lunes, 10 de octubre de 2011

Biorritmos

Cuando inicias una nueva relación con alguien, los biorritmos de ambos deben acompasarse y acoplarse. Con tus amigos, normalmente esto se consigue casi de inmediato a base de borracheras. Con tu pareja, suele acelerarse el proceso con largas charlas a la luz de las velas y los posteriores entresijos de alcoba. Con tu hijo recién nacido ¿cómo coño se hace?.

A priori, y teoría en mano, el proceso debería ser mucho más simple con tu retoño que con cualquier adulto, sea de la especie o género que sea. Las inquietudes y prioridades de padre e hijo son las mismas, a saber, dormir y comer; con algún matiz de otra índole como hacerse las necesidades encima que merecerían un análisis a parte.

Bien, con estas premisas, el acompasamiento de los biorritmos debería ser sencillo. Pues no amigos, no lo es. La criaturita se empeña en variar continuamente el proceso, de manera que quiere comer cuando el padre duerme y quiere dormir cuando el padre intenta comer o realizar cualquier otra actividad. Todo ello, aderezado con los correspondientes llantos y alaridos, obviamente.

Los días se suceden, las semanas van pasando y el padre observa con absoluta perplejidad cómo madre e hijo se entienden casi al instante. Basta una palabra, una caricia o un susurro para que el pichón se calme. Nos ha jodido, se conocen desde hace nueve meses.

Por su parte, todos los intentos del progenitor y autor material (en teoría) de la semillita chocan de frente con los caprichos del pequeño. De hecho, se produce en estos primeros meses una clarísima animadversión del retoño hacia su padre que se plasma en berridos a las tres de la mañana, deposiciones repentinas cuando le está cambiando de ropa o regurgitaciones sobre la camisa paterna cuando éste está a punto de salir camino del trabajo. El motivo, según han logrado descifrar investigadores de la Universidad de Wichita tras años y años de estudio, es solo uno: el bebé desarrolla una reacción instantánea cuya finalidad es joderle la vida al padre por intentar hacerle del Atleti.

En el próximo capítulo: Primeras interacciones 

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