viernes, 20 de enero de 2012

Confabulaciones judeomasónicas

Es un momento duro para los padres, y no sólo por lo que supone para el bolsillo, que también. El momento de llevar a tu pequeño a la guardería tiene, como casi todo en este mundillo de la paternidad, una doble lectura.

Resulta agónico dejar a esa criatura indefensa en manos de extraños y extrañas, que a saber cómo le cambian el pañal, qué le dan de comer y cómo me la asean. Yo no me fío un pelo de sus titulaciones, sus dibujitos de colores en las paredes y sus eternas sonrisas. Seguro que esconden algún plan maquiavélico y me la hacen del Madrid.

A ello se une la mirada de tu niña cuando la dejas allí, en mitad de una docena de niños y niñas berreantes y llorones que gritan a moco tendido. Ella te mira con cara de "¿te he hecho algo en esta u otra vida para que me dejes aquí sola con estos inmaduros?" y te mantiene la mirada fija, desafiante, mientras te alejas. El sentimiento de culpa por el abandono momentáneo de tus responsabilidades es indescriptible. Y encima hay que pagar por ello, tiene bemoles la cosa.
Con el tiempo, te das cuenta de que, en realidad, las guarderías no son  esos lugares divertidos y amenos donde profesionales de la educación infantil potencian las capacidades cognitivas y psicomotrices de nuestros hijos. No no. A ti te dicen que los pequeños juegan, cantan 'Bety the cow', se disfrazan y gatean/corretean (en función de edad y nivel de espabilamiento) por sus modernísimas y homologadas instalaciones.

Pero en realidad, forman parte de un experimento a nivel mundial en estrecha colaboración con las grandes compañías farmacéuticas sin escrúpulos. Tú dejas al niño sano y te lo devuelven con 39 de fiebre. "Eso es normal durante el primer año", te dicen, e intentan disfrazarlo, con la complicidad del pediatra, que yo lo sé, de naturalidad. "Ha estado bien toda la mañana, pero justo ahora se acaba de poner malita", te sueltan, en plan "hala, menuda nochecita vas a pasar hoy ¿eh?, que lo disfrutes".

Hables con quien hables, todos te repiten el mismo argumento, como portavoces de una misma confabulación judeomasónica que intenta convencerte de que es normal que tu niña encadene en cuestión de un mes otitis, faringitis, bronquiolitis y un sinfín de 'itis' y virus de indeterminada procedencia que te garantizan horas y horas de insomnio.

Detrás de todo ello, que no os quepa la menor duda, están los responsables de Apiretal y Dalsy (espacio no patrocinado, regalo promocional por el cariño que os tengo).

En conclusión, las guarderías o escuelas infantiles son lugares tenebrosos donde te roban 350 al mes (comida y chándal espantoso incluidos) a cambio de devolverte a tu hija convertida en una menestra de virus e infecciones de diversa tipología. Luego no digáis que no os he avisado.

6 comentarios:

  1. Jejeje.... "no te preocupes, padre sufridor, todo eso es lo m´s normal del mundo"... te lo dice uno con dos angelitos...
    Abrazos varios.

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  2. Tú también eres parte de este plan maquiavélico por lo que veo jejejeje. Abrazos amigo

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  3. Como me gusta tu blog y lo considero divertido y útil, lo enlazo en el mío y tan amigos...

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  4. jajaja.. la verdad es que es terrorífico, pero ya no nos podemos permitir que una persona se quede en casa cuidando de los hijos, antes una familia vivía del sueldo de una persona y ahora no llegamos a fin de mes con el de dos.. menuda estafa

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  5. Desde luego, pero al menos ya que se dedican a experimentar con nuestros bebés, al menos podrían pagarnos por ello! :P Gracias por tu comentario Marta, un abrazo!

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