Hoy, 30 de octubre de 2012 y sin que sirva de precedente, es
momento de una reflexión seria y contundente. La culpa de ello la tiene Randy
Pausch, para los que no le conozcáis, autor del libro “La última lección” (podéis
buscar en youtube su participación en el programa de Ophra o su charla en una
conocida universidad norteamericana, merece la pena). Hoy le he descubierto
gracias a Ana.
Randy, ya fallecido, aprovecha sus últimas semanas de vida
para impartir charlas sobre cómo afrontar estos últimos momentos. Enfermo de cáncer
y en estado terminal, decide escribir un libro y recorrer EEUU para dar eso,
una última lección sobre lo idiotas que somos por preocuparnos por tonterías,
por condicionar nuestra vida a variables absurdas y a materialismos sinsentido.
Dejamos por el camino amigos, conocidos, parejas, familias…. Malgastamos la
vida en labrarnos un futuro que quizá no llegue nunca. Malgastamos el día a día
en ocupaciones y preocupaciones que no conducen a nada, dejando a menudo de
prestar atención a esas cosas que realmente merecen la pena en la vida, como
ver crecer a nuestros hijos.
Yo, después de ver esto, decido vivir, decido disfrutar con
cada sonrisa de Adriana, decido estremecerme con cada beso que me dé, decido
emocionarme con cada palabra nueva que aprenda y decido achucharla cada vez que
pueda. Porque quizá esa sonrisa, ese beso, esa palabra o ese achuchón sea el último.